miércoles, 29 de abril de 2009

De un desierto

Inconmensurables,
manazas de un firme ocre.
Fantásticos puños de la tierra.
Esfumada geometría!

Blanca aguja en equilibrio.
Viento albañil de esferas.
Loca erosión es tu arquitecta
y un cañadón para el reposo.

No existe la piedra oscura,
trasnocha la luna amasando el polvo.
Ha encallado allí el noble verso,
frágil se enrosca la voz de vidrio.

Sol hermano del empedernido cacto!
Dónde escarbo para encontrar la palabra?
La sangre de acorazados siglos asesinos,
ha salpicado, eternamente, todo.

Quisiera dibujar tu aire.
No existe carbón que lo haga.
Con tal torbellino, mis ojos no pueden.
Desmaya e implora minutos, mi alma.

Almohadas cargadas de arcilla,
sin polen para tu sueño.
Lejos queda la desdicha del hombre,
cuando se posa tu cielo en tu suelo.

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